Copyright © autoficción at its finest
Design by Dzignine
sábado, 14 de enero de 2023

Acto de presencia

Sigo vivo, sigo andando, pero no he blogueado, o escrito algo en uno de esos momentos

Jamás he blogueado en la escuela porque a veces no me da tiempo ni para pensar en mí como antes pero mi ser dice que debería aprovechar porque la red no lo tiene bloqueado (aún) y no le sé a los VPNs. 


Edito (checa notas), sí, 12 de noviembre, 2022. Ya es enero, ahora. Y nunca volví... hasta ahora.

Lo genial de, finalmente, tener un dispositivo (véase laptop o computadora de escritorio) es la flexibilidad de disponer mi archivo y trabajar a libertad propia. Blogueo como cuando adolescente era. En fin.

Escritorio, 2011. Puberto, virgen, con un insano crush a éste que ve.

Escritorio, 2023. Con nulos pendientes escolares.

martes, 26 de julio de 2022

Y te volví a ver

Meses pasaron desde la última vez que nos vimos, antes que esa fuera oficialmente la penúltima, o la última del año pasado, como lo quieras ver. Días atrás planeamos vernos de nuevo pero nuestros horarios no coincidían, o el plan no era sólido como para comprometernos a el.

Pensé que sería, en aquel entonces, un recuerdo más. Una experiencia que te cambia la vida y su rumbo. Que, contrario a sugerencias ajenas que pedían alejarme y bloquearte de ser necesario, no cedí y dejé ir mi sentir hacia ti que no tenía razón fundamental para existir que no fuera más que un deseo o mero capricho.

Eres intimidante. Me pones nervioso, y lo sabes. Nunca sé cuál será tu siguiente paso pero tú pareces saber todo lo que pienso y todo lo que callo. Creo que eso es lo que más me gusta de ti. Ese halo de misterio con el que estás hecho. Me hace querer saber más. Reinterpretar tus vivencias, escuchar tu voz que con el tiempo pierde nitidez, y fundirme entre tus brazos con cada beso.

Los extrañaba mucho, para ser honesto. Y te lo dije, aunque seguro ya lo sabías. No puedo decir que más que todo lo demás pero, dentro de lo más ordinario, es lo que siempre preferiré. Que en cada beso soy tan tuyo como tú mío. Que me olvido de lo que alguna vez me afligió y que no tengo tiempo para el futuro porque disfruto del presente segundo a segundo.

Yo, que desconozco si recuerdo a todos los que alguna vez besé, sé con certeza que nadie me ha dejado su esencia marcada en mí tanto como tú lo haces. Así pasen horas, se percibe la cercanía, sea aprecio, lujuria, un momento de entendimiento fuera de cualquier categoría. Sea como sea, la invitación quedó ahí, para un día todavía sin número. Hasta la próxima aventura, entonces.


lunes, 13 de diciembre de 2021

Yo en momentos

Podemos estar de acuerdo en muchos aspectos y posteriormente entrar en desacuerdo cuando cada quien retome el rumbo de su vida después de este momento de reflexión mutua. Puede que no sea prudente permitirme sentir esto por él. Y conozco los límites pero desconozco mis motivos para rondar cerca de los mismos. Me apoyo de la sensatez pero la insolencia me hace desvariar. Pareciera que mi naturaleza no es la serenidad.

Sé que esto no debe ser, sin embargo, pensar en A me detona una sonrisa. No quería conocer a nadie pero conocerle me hizo querer saber todo de él y a su vez me motivó emprender ruta para conocerme a mí también. Podrás decir que esto no debe ser, y lo entenderé aunque sienta que los imposibles no se justifican en casos como estos. Mi andar es rápido y no pensado para que me sigan el ritmo, sin embargo volteo ocasionalmente como si de esperar a alguien se tratara. Mis decisiones ya lo toman a consideración. Un día puede comenzar y terminar con A en mi mente.

Me despego del eje central, como de costumbre. Duele menos esperar un abrazo y no recibirlo que saber que ese último beso fue eso, el último, y que de ahora en adelante solo seremos amigos, conocidos, o un recuerdo. Una experiencia; una enseñanza. Somos dos individuos, dos vidas distintas. Un abrazo o un choque de puños marcan una pauta para ambos hasta nuevo aviso. Él se irá a vivir su sexualidad y yo me iré a vivir mi vida.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Por la compañía

Rara vez desconfío de mi mente a la hora de rememorar y aún así no recuerdo si alguna vez se sintió bien desentenderme con alguien y saber que, al final, no solo quedaron risas sino también un entendimiento mutuo. Que nuestras diferencias se fusionan y aportan algo a nuestra visión y, fuera que lo entendiéramos o no, al menos nos sentíamos escuchados y aprendíamos un poco de esas percepciones.

Recuerdo cuando conocí a un chico cuya presencia hizo que me olvidara de mi ex de entonces. Nos llevábamos tan bien que una ocasión una compañera de mi trabajo me vio llegar y con cara de duda me preguntó ¿y a ti qué te trae tan de buenas? y así supe que ya me había jodido y ni cuenta me había dado. Así me sentí de nuevo cuando me preguntaste que por qué andaba tan sonriente.

Lo que pensaba fueran solo tres o cuatro horas, a lo mucho, terminaron por ser ocho aproximadamente. Platicamos de cosas a medias. Que el tiempo es escaso cuando hay tanto que decir, y que no se trata mucho de querer saber o compartir sino que una cosa conecta instantáneamente con otra y al final me tienes que detener porque estoy hilando una oración que responde a más de un tema.

Qué bueno que destaques con preguntas el por qué de mi sonrisa. Habría cambiado lo que dije por un gracias, me la estoy pasando bien. Un día contigo es un día que recordaré toda la vida. Después de ello solo me limité a verte hacer lo que fuera mientras que la esencia de tus besos me llenaba el alma y nutría mi mente pensando en todo eso que nos falta por conocer y qué tanto de estos momentos recordaremos para entonces.
lunes, 1 de noviembre de 2021

post-last night

Hace mucho que no transitaba por una noche como esa. Con predispocisión completa de conocer cada parte de tu cuerpo. Me conocía sereno. Ajeno de impulsos por controlar. Lo tuyo fue, sin embargo, una excepción que, pese a que no habitaba diariamente en mí, desde que sopesé su repentina oportunidad no concilié paz y como inexperto planifiqué y esperé a que ese día llegara.

Mis intenciones eran claras pero, por supuesto, mi cuerpo siempre dice lo que mi mente no me permite pronunciar. Al final, me faltó tiempo, y agallas, para confesarte todo lo que sentí por ti y que consideré no apto de ser escuchado. Reímos, y más. No importaba que mi vista estuviera envuelta en oscuridad. Fui como jamás pensé que quería ser contigo.

Volver a nuestro lugar en la cama fue como volver a nosotros. Entre reunir nuestra ropa o ponérnosla encima, nos fuimos incorporando a una plática floreciente de la confianza y conexión que circulaba en nuestras lecciones de vida y experiencias imborrables. Quedé fascinado por todo eso que se estaba comenzando a dibujar frente a mis ojos. Nuestras diferencias nos hacen iguales.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Qué padre sería

poder leer la mente. Poder decir siempre supuse, pero de igual forma quería saberlo. Estuve leyendo un viejo escrito aquí en mi blog y pensé en cómo reaccionaría esa persona si supiera de su existencia. No lo considero alguien que navegue por entre las redes de sus cercanos, y menos que lea sus piensos, pero de vez en cuando me ha sorprendido con sus preguntas curiosas y cursilerías aprisionadas.

Le imaginé pensando mucho, y de ahí surgió el deseo de saber. Imaginarle preguntar el por qué de esas palabras. Pero también imaginé verle pronunciar un no entenderías. No es tiempo, o quizás nunca lo será. Decirle lo sé; siempre supuse, aunque se tratara de una negación o aceptación a lo antes mencionado. Querer es poder. Querer poder; desear oportunidad. Poder querer aunque no se pueda o no se quiera querer. Ser querido y ser lo que se quiso ser con él.