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miércoles, 1 de julio de 2020

No puedo dormir

De morro quería un diario. Una ocasión estuve cara a cara con el diario de un tío (homosexual, por si sentían que algo no cuadraba) y quedé maravillado durante los dos segundos que estuvo a mi alcance antes que me fuera arrebatado por su autor diciendo que no podía leerlo. Son cosas peligrosas. Palabras escritas con ácido. En ese momento quise uno aunque mi grado de homosexualidad saliera disparado a nueve grados en escala de Richter.

Tuve uno. Ni alcancé a escribir la fecha cuando dos ideas me acorralaron de manera abrupta: ¿qué vas a escribir si ni sales de casa? ¿Reseñas de Dragon Ball, acaso? La segunda fue: ¿qué pasa si algún día el diario deja de estar a tu alcance? ¿Quién leerá lo que se oculta por entre sus páginas? Ya no lo tengo. Y cuando nos reencontramos ni tiempo tuve de exterminarlo.

Se habrá perdido por la vida pero su incertidumbre vive en simbiosis con mis USB. Lo peor de que me roben el celular no son archivos sin respaldo que perderé... ¡las cuentas abiertas en el sistema serán las más afectadas! Recordé una de las tan acertadas frases de Fight Club:

"Lo que posees acabará poseyéndote."

Y sin embargo, aquí estoy, blogueando como si no hubiese un mañana, lo que viene siendo el equivalente a diario para mí e inversamente proporcional a lo que sea que haya escrito a puño y letra; se presume contenido sugerente e insano. Odio y amo la fuga de ideas en la madrugada. La odio porque me arrebata el sueño y la tranquilidad, y olvidé por qué la amo. Si no es eso, será otra cosa. Y sea lo que sea, siempre hay una duda en mí cuando todos duermen.

¿Quién mató a Kaji?