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jueves, 1 de octubre de 2020

Cambios y despedidas

Hoy he cambiado de celular, después de cuatro años (que se siente como si fueran más). Esto quizás no sea algo trascendental para muchos pero hay algo en todo esto que me genera nostalgia. Pero, antes de comenzar, diré breves antecedentes. En una casa de empeño conseguí un Alcatel, tan bonito que muchos pensaron que traía un iPhone. Me duró meses hasta que una mañana tomé un taxi sin él. Por azares del destino un profesor de inglés cambió de dispositivo y me vendió el que dejó de usar (un S4 mini) y desde entonces fijé a Samsung como marca de confianza.

Una de las cosas que más odio del invierno es tener que usar varias capas de ropa. Siento que no siento nada, por decirlo de algún modo. Soy muy torpe con mis manos si es que éstas están forradas con guantes. Lo mismo me pasa con las chamarras; no siento lo que traigo conmigo. Así fue como, cruzando una avenida, dejé de escuchar música a través de los auriculares. Pensé "bueno, al menos esta vez sí noté la ausencia de mi celular, y estoy cerca de donde se me cayó".


Sin embargo, un camión había pasado por encima de él. De todos modos tenía pensado cambiarlo, sí, pero no quería que acabara de esa forma. Fuiste grande, vaquero. Su reemplazo fue un Grand Prime. Conseguí un modelo en color negro porque en esas cuestiones así me agradan los gadgets, pero al día siguiente de su debut lo mandé a atención a clientes porque una linea vertical de pixeles habían perdido color.

Lo tengo en blanco y rosa, ¿cuál prefiere?, me dijo la señorita. Y un Grand Prime blanco me acompañó a todos lados hasta el día de hoy. Era inminente. Cuatro veces lo formatee en lo que va del año. Las apps ya no estaban construidas para su capacidad, y su almacenamiento se estaba volviendo obsoleto. Cada vez están más lejos esos días en los que guardábamos nuestros avances en memory cards de ocho megabytes. Y pensar que existieron días así.

Un amigo me facilitó el cambio, y aunque la mudanza se ha prolongado un poco, hoy me acompaña otro smartphone en el bolsillo. Lo admito, no quise dejar a su antecesor de lado. Sin embargo, verlos lado a lado era desfavorecedor. Parecía que estaba viendo un Samsung Ace en lugar de un Grand Prime. Creo que el sentimiento de nostalgia se debe a que en esta ocasión soy yo el que decide, el que incita al cambio, no el destino y el porvenir, mismo que me indicaba que era tiempo de renovarse en cuanto a tecnología (y estética, porque nunca está de más).