Copyright © autoficción at its finest
Design by Dzignine
lunes, 13 de enero de 2020

La gracia de no saber

La curiosidad mata más que la ignorancia.

Allá por el 2005 había escuchado a alguien decir que esto de "la tecnología" (entre comillas para que se lea como adulto nombrando una consola como "el nintendo") era una maravilla, que porque se podía mantener contacto directo y en tiempo real con tus cercanos sin necesidad de marcarles o hasta enviarles cartas, y veía el Windows Live Messenger como una revelación. Qué dirá de todo eso ahora.

Luce muy anticuado pasar saldo de un número a otro por medio de un SMS. Esperar a que alguien esté en línea, ahí frente al ordenador o laptop, para andar de locuaz y novedoso mandando zumbidos o animaciones igual de molestas. Ahora todo eso se puede hacer echadote en cama o rumbo al trabajo o en la banqueta como un vil estorbo. Es tan fácil, por ende, saber lo que ocurre a espaldas de uno y que no imaginó que así resultan las cosas a tales horas; de tales formas, y con tales individuos.

Lo práctico resulta ser demasiado complejo. Ya con determinado conocimiento de causa incrustado en la cabeza, uno piensa que así será siempre con todo y con todos. Incomoda. Hace mal. Es dañino pero de algún modo (consideramos) necesario el saberlo. ¿Pero qué se supone que queremos saber exactamente? Saber lo que se hace a nuestras espaldas. Saber lo que no nos incumbe. Saber que estamos siendo excluidos. Nos hacemos perfiles falsos para hablarles y nos vamos echando madres porque nos enteramos de cosas mucho peores que van desde pequeñeces que no nos contó porque eramos su pareja y nos podríamos molestar, hasta saber que planchó oreja con el güey que tanto odias en el asiento trasero de su auto.

Hay verdades que están de sobra. No todo debe ser contado para evitar interpretaciones erróneas, dudas, o discusiones que ni al caso. Hay cosas que deben permanecer en la intimidad de uno. Por el otro lado, indagar si hace o no no sé qué, y más cuando no son pareja, es algo innecesario aunque nos podamos convencer de lo contrario. Mientras más nos importa, más querremos saber; mientras más se sabe, más se querrá no saber.

Los efectos de causas malintencionadas hacen mella en las emociones. La duda carcome, pero no todas deben ser esclarecidas. Y aclaro esto último porque de no ser por la curiosidad no tendríamos el fuego ni los smartphones, pero, en determinadas situaciones de caracter sentimental, cualquier acto de abstinencia debe ser considerado y hasta agradecido porque nuestra capacidad de imaginación es finita comparada a la realidad.

2 comentarios:

  1. El hombre es quien convierte a la tecnología y adelantos en algo viciado. Cosas que deberían ser para algo bueno, terminan siendo usadas para lo malo, o peor, para lo absurdo e inútil sin causa.

    ResponderBorrar