No soy fumador pero por experiencias como estas ya puedo considerarme uno.
I.
Tuve un muy buen amigo fumador en la preparatoria. También conocí una chava que fumaba tanto que hasta la apodamos ferrocarril. Recuerdo que él fumaba tanto pero nunca le pregunté por qué le gustaba. Por 'ay escuché que el cigarro es el biberón del adulto, y ahora que lo pienso más ganas me dan por saber algo que no me incumbe.
II.
Un compañero en mi primer trabajo fumaba a tal punto que ni te pones a pensar cuánto consume por día porque es algo que ya asocias con su persona y lo ves natural. Quien fumaba más era su camote pero por alguna razón me recuerda más al otro y a sus carnes asadas que me dejaban la ropa impregnada del humo del carbón y cigarro.
III.
Una ocasión le compré un cigarro a mi crush de mediados de la década pasada para que me acompañara a buscar la casa de un chavo que me gustaba en ese entonces. Caminamos de cuadra en cuadra como peregrinos y sin éxito alguno. Poco a poco la adrenalina que sentí por visitar a ese chavo se disipó, tanto así que ni supe por qué quise verlo en primer lugar. De regreso tuve que comprarle otro por hacerlo caminar de oquis. No renegué como de costumbre porque su amistad, y compañía, es más valiosa que la que estaba buscando.
IV.
Aún no me puedo llevar con la idea de que mi prima fume. Desde que tiene novio poco a poco se vuelve más frecuente verlo en casa y hoy, dos con dieciocho minutos de un viernes, sigo teniendo el olor a cigarro en mis fosas nasales pese a que su aroma desapareció no sé en qué momento.
Me está gustando esto de usar #confesiones como diario. Espero y no resulte contraproducente tanta sinceridad bruta porque algo en mí me lo advierte. Será la voz de la experiencia pero ni recuerdo su origen. En fin... 🚬
I.
Tuve un muy buen amigo fumador en la preparatoria. También conocí una chava que fumaba tanto que hasta la apodamos ferrocarril. Recuerdo que él fumaba tanto pero nunca le pregunté por qué le gustaba. Por 'ay escuché que el cigarro es el biberón del adulto, y ahora que lo pienso más ganas me dan por saber algo que no me incumbe.
II.
Un compañero en mi primer trabajo fumaba a tal punto que ni te pones a pensar cuánto consume por día porque es algo que ya asocias con su persona y lo ves natural. Quien fumaba más era su camote pero por alguna razón me recuerda más al otro y a sus carnes asadas que me dejaban la ropa impregnada del humo del carbón y cigarro.
III.
Una ocasión le compré un cigarro a mi crush de mediados de la década pasada para que me acompañara a buscar la casa de un chavo que me gustaba en ese entonces. Caminamos de cuadra en cuadra como peregrinos y sin éxito alguno. Poco a poco la adrenalina que sentí por visitar a ese chavo se disipó, tanto así que ni supe por qué quise verlo en primer lugar. De regreso tuve que comprarle otro por hacerlo caminar de oquis. No renegué como de costumbre porque su amistad, y compañía, es más valiosa que la que estaba buscando.
IV.
Aún no me puedo llevar con la idea de que mi prima fume. Desde que tiene novio poco a poco se vuelve más frecuente verlo en casa y hoy, dos con dieciocho minutos de un viernes, sigo teniendo el olor a cigarro en mis fosas nasales pese a que su aroma desapareció no sé en qué momento.
Me está gustando esto de usar #confesiones como diario. Espero y no resulte contraproducente tanta sinceridad bruta porque algo en mí me lo advierte. Será la voz de la experiencia pero ni recuerdo su origen. En fin... 🚬
Es un vicio difícil de dejar. Por experiencia puedo decir que lo mejor es reducirlo de forma gradual, cada vez más, y no hacer esos intentos que hacen muchos de cortarlo de tajo. Pronto te das cuenta que solo fumas cada 3 meses, luego cada 4, y así se va.
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