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jueves, 28 de noviembre de 2019

La apariencia miente, el gaydar no

Hace un par de meses quería comprar un libro. Y no cualquier libro. Aparte de ser uno de los que más deseaba leer, hablamos de uno cuya existencia era casi nula. Dicho libro se encontraba, supuestamente, en dos sucursales de una misma librería en mi estado. En una de esas trabaja el ex de un amigo así que opté por ir a la otra (más lejos, para acabar) y así evadir momentos incómodos.

Fui, entonces, a la sucursal más lejana; la de San Agustín. Pregunté por el libro y me dijeron que no lo tenían. Y yo achis achis los mariachis pero si en la página decía que aún habían unidades aquí. Bah. Para darle sentido a la vuelta compré otro y me fui.

Dejé pasar unas semanas hasta que tomé conciencia y fui a la otra sucursal porque sentía que cada minuto era crucial y fácil alguien me lo podría ganar en el último segundo. Frente a la puerta me atacaron unos nervios enormes como si fuera allí con la intención de encarar a mi ex, y lo peor es que ni mi ex es y nada me conecta con su vida.

Entré como si nada y con las piernas queriéndome delatar de nerviosismo y el susodicho ese no se encontraba por ningún lado. En caja estaba un chavo (¿cómo se le llama a alguien cuya edad es indescifrable a la vista pero no es ni tan chavo ni tan viejo? ¿Joven adulto?) de unos 29 o 30 años que en alguna ocasión llegó a usar un libro como muro para decir algo sobre mí a una compañera suya (sepa la bola qué fin tuvo tanto ella como lo que vociferó). Oh bueno, pensé, no está taaan mal la cosa.

Pregunté por el libro, lo buscó en el sistema y fue por el. En diez segundos lo trajo diciendo que era el último que quedaba (ganando, como siempre). El libro era muy grande y bastante pesado, por el tipo de hoja más que nada… a veces me canso de cargarlo y lo cierro para usarlo como pesa y ahorrarme el gym. Pagué los $300 y estaba a nada de agarrar el libro cuando este chavo me pregunta que si no quiero una bolsa. Yo le dije que no, que muchas gracias, a lo que él respondió con un ¿seguuuro?. Y yo sí, gracias. Y ambos reímos. No pude verlo a los ojos así que me fui de ahí cuanto antes.

Después de eso le pregunté a mi amigo que si sabía si su ex trabajaba con algún gay y le conté mi anécdota y me dijo que sí pero no supo quién ni cómo era. Y yo sé, lector desocupado, que eso no significa nada. Al principio lo tomé como acto de cordialidad, pero a veces uno siente una vibra en el aire o en los actos de los demás que delatan. Es como cuando dos coinciden en algo y sienten un "clic". Un match no virtual, pues.

Semanas recientes me vi con mi amigote este y el muy maldito quiso encontrarse a su ex así de "casualidad". Esperó a que llegara su hora de salida y fue a encararlo dejándome ahí en Plaza México comiendo dos mini-hamburguesas. Pensé que sería buena idea esperarlo y ser su soporte pero a la larga me sentí niñera y me desespera estar en un lugar por tanto tiempo como lelo y sin hacer nada así que di una vuelta.

La librería estaba cerrada y ellos no se encontraban cerca. Entré de nuevo a Morelos y saliendo de un callejón apareció el cajero abrazando con mucho cariño a otro chavo (o señor, sea el caso porque ni lo vi). Me quedé mudo por las siguientes razones:
  1. Sí es gay. :0
  2. Está chavo todavía, pero la ropa formal le da un porte bien distinto.
Ahora que lo pienso, la historia no está tan chida y se alargó de más pero bueno este es otro testimonio de tantos que demuestran que el gaydar sí existe.

Epílogo:
*sigh*

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