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sábado, 30 de noviembre de 2019

Una incongruencia respecto a enamorarse a través de apps de citas

Una vez alguien me dijo lo siguiente: lo que esa app te da, esa app te quita.

Uno siempre aspira a vivir la historia de un par de chicos con vidas ordinarias que, al encontrarse, se sienten gemelos y viven juntos y unidos pese a las inclemencias de terceros y al final son felices y abiertamente homosexuales. Pero pareciera que la realidad es otra, una muy distinta, donde la voz de la experiencia nos advierte que, por nada en el mundo, así sientan deseos de amar y ser amados, jamás en la vida, ni en la siguiente si es que tenemos, busquemos pareja por este tipo de medios.

Amarás, claro que lo harás, pero también estarás sujeto a las letras pequeñas que tanta falta hacen en sus términos y condiciones las cuales son: no te enamores de tipejos que abusan de nuestra creación con fines sexuales; es simplemente absurdo. Lo cierto es que aquí nadie gana, y nadie pierde nada. Porque así es la vida, y así lo será para siempre, siempre y cuando no estés dispuesto a querer cambiar de sintonía.

Nadie es el enemigo, por ende, nadie es la víctima. Estamos dotados de iniciativa propia, sobrecargados de incongruencia y testosterona. Nos la jugamos al azar, todo sea por el premio mayor. Si lo ganamos, lo tendremos aunque nunca sabremos por cuánto tiempo ni cuál será el costo final. Todo gira sobre su propio eje. Van, vienen. Vas, vienes. Unos se quedan, otros se van. Algunos explican, otros ni se molestan. Al final, lo único cierto que nos queda, aparte de la vida misma, es que mañana será un nuevo día; una nueva oportunidad para concretar lo que se nos venga a la mente. Sabemos que así como podemos ganar, también podemos perder, pero nadie se va a casa sin la satisfacción de haber participado.

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