Copyright © autoficción at its finest
Design by Dzignine
viernes, 6 de diciembre de 2019

La mente es poderosa

Recuerdo que para superar a mi primer amor me costó un buen de tiempo. Fácil dos años si no es que más. Eso sumado a un tiempo de aislamiento y adicción a los juegos de Facebook que también se le atribuyen a otros detonantes que me quemaron los pelos al mismo tiempo. En fin.

Para mi siguiente crush medianamente imposible, me tomó una semana ejerciendo voto de silencio y un par de meses para que me dejaran de emocionar sus notificaciones dándome likes y esas cosas. Para el siguiente, que fue una relación de medio año, me costó eso si no es que un poco más: medio año. No saben lo horrible que es trabajar con el corazón partido y la mente en quién sabe dónde.

El siguiente fue un quedante tragedioso y no me cuesta tanto admitir que me hizo llorar el infeliz ése. Nada incomoda más que la indiferencia. Esporádicamente discutíamos y acabábamos peleados. Como golpe final el muy maldito me bloqueaba de donde me tuviera y ahí iba yo de pendejete a enmendar todo. Qué horror. Fácil se repitió unas tres veces más. Sabía que mi parte de culpa se debía a esos celos que me daban por saber que él ya andaba conociendo más chavos, mientras que yo no dejaba de pensar en él y en por qué parece que los demás se reponían súper fácil a comparación de mí, que tenía que recibir golpe tras golpe hasta medio entender las cosas. Y me frustraba no entender esa incógnita. Sé que el día que te vea como amigo será el mejor día de tu vida porque así acabarán nuestras diferencias, le llegué a escribir una ocasión.

Así fue como una noche, a nada de acostarme, me fui con la idea de mentalizar mi ser y comenzar a verlo diferente. Y aunque no me lo crean, para el tercer día ya no me molestaba tanto saber que andaba de coqueto y audaz con quién sabe quién. Hasta me regocijé al leerlo exigir mi anterior versión.

Sonará exagerado pero es la verdad. Y al principio parecerá demasiado cruel esta práctica pero al final me convencía a mí mismo diciéndome que esto no lo haría de no ser porque ellos me orillaron a tomar cartas en el asunto.

Desde entonces lo puse en práctica dos veces más, y no de manera exclusiva a intereses amorosos, sino también a amistades intensas. Siempre con la triste sensación de no estar seguro de querer hacerlo y justamente plantearlo hace que te toques el corazón y ralentiza la toma de decisión pese a que sabes que una vez desintoxicado te vuelves inmune a cualquier intento de resquemor.

0 comentarios:

Publicar un comentario