Copyright © autoficción at its finest
Design by Dzignine
martes, 31 de diciembre de 2019

Punto de partida

No sé desde cuándo Diciembre ya no me sabe igual. Quizás se deba a lo rápido que el tiempo se escabulle como agua entre los dedos y sabemos que estuvo ahí pero achis achis cuándo es que se fue que ni disfruté de sus días correr. Ahora ya es más un recuento de todo lo que se intentó y lo que se logró; de lo que se pudo y lo que será para después, de las victorias y derrotas y aquí hay algo interesante porque no es que haya hecho tanto como tenía planeado pero esas victorias, que fueron pocas pero muy grandes, hacen que vea con buenos ojos la vida y diga "bueno, 'ay pa' la próxima y con más ganitas".

Justamente ayer soñé que estaba jugando Silent Hill en la PC durante la madrugada mientras escuchaba a mi tía pasar de un lado a otro de la casa. Sabía que tarde que temprano entraría a mi cuarto y para entonces yo estaría simulando dormir porque las pantallas antiguas estaban separadas al CPU y podía prenderlas y apagarlas presionando un botón.

Cómo vuela el tiempo. Será que lo soñé porque sigo jugándolo en fechas recientes pero desde una portátil. Y escribir esto con el teclado de la PC hace un ruido abismal. Me acostumbré a escribir todo mediante el celular. Presiono tecla tras tecla y suena más a maquina de escribir que teclado de computadora, y esto me recuerda a la infinidad de cosas que escribí hace diez años y que ahora ya no están o al menos no a mi alcance. Cuando me conectaba a eBuddy por medio de un PSP o cuando no tenía que esperar tanto a que la página de inicio en Facebook se cargara por completo. Ahora todo parece ser más práctico y me siento viejo recordando episodios aislados de hace diez años.

Qué bonito se siente concluir capítulos pausados o abandonados después de ahogarte en preocupaciones creyendo que nunca más podrías darles punto final para así aventar ese maldito libro de tu vida por la ventana de una buena vez. Hoy no lo veo así, hasta le agarré cariño a ese libro, con todo y sus enseñanzas. Eso hace que sienta miedo y a la vez fortaleza ante este inminente ciclo que siento está transcurriendo por donde nos encontramos hace una década.

En mi descuidada adolescencia acostumbraba documentar todo, y cuando digo todo, se tiene que leer así: todo. Y hasta podía leer en las miradas un "ya suelta esa cámara". Algo así como vive el momento. Y es que eso estaba tan en mí. Ahora que —no por voluntad propia pero sí por mera naturaleza— vivo el momento, todos parecen estar documentando su día a día. No me molesta pero ahí es donde digo "tan fácil que es vivir y dejar vivir" pero existen elementos que, nos guste o no, causan algo de incomodidad.

Acostumbraba llevar pelo largo que para cuando me corté todo el fleco me di cuenta que tenía arrugas de la expresión sobre la frente. Cicatrices de la edad, es como a mí me gusta decir. Desde los dieciséis me salen canas pero este año me salieron tres por querer liberar el último trofeo restante en God Of War —tenía que completar el reto de los dioses y esas diez pruebas están bien perras—.

Mi primer blog aquí era un compilado sin chiste de videos de YouTube y juegos flash que pegaba al HTML. Y ya. Eso era. Razón suficiente para liquidarlo ese mismo año. Y es que siempre me gustó escribir pero terminaba abandonándolo asumiendo que nadie lo leería. Y parafraseando Monstruos Invisibles, entrar en pánico estando solo es como echarme a reír en una habitación vacía. Así qué chiste.

Por eso escribo aquí, y por eso estoy escribiendo esto sin motivo aparente. Porque escribo para mí, y sobre mí. Quiero dejar huella para después visitarla y evaluar mi yo actual (aunque dude resistir tanto sin sentir pena así como me pasa con los posts de mi antigua cuenta de Facebook o cuando quise indagar en la música almacenada de mi viejo CPU). Quiero saber —me intriga, mejor dicho— qué pensaré de mí cuando el tiempo pase.

Así que, recapitulando, lo mejor sería dar las gracias. Por lo que recuerdo y lo que no. Por lo que viví y lo que siento que me perdí. Lo que aprendí y lo que falta por conocer y pulir. Por lo que fue y lo que queda. Por esos amores correspondidos o no, superados o recordados con extrañeza y hasta melancolía. Lo que quedó en el camino y lo que llevo conmigo. Los amigos y familia que forjaron lo que soy ahora. Y bueno, bueno, también porque cuando creí que no la iba a armar terminé librándola y hasta con un 81 (creí que si pasaba sería con un 71, y para mí eso es estar diez pasos lejos de mis expectativas, y doce de fracasar en una batalla con oportunidad de volverlo a intentar).

Aun así, no quiero dar gracias, al menos no completamente. Son gracias a lo que corresponda, y un felicidades a todo en general.
Ya me parece muy vanidoso subir una selfie acá pero considero apropiado hacerlo de este modo.
Acabaré la década debiendo una sonrisa.

0 comentarios:

Publicar un comentario