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domingo, 22 de diciembre de 2019

Parasite

De entre el contenido basto que suben al canal de IGN en YouTube, me apareció el trailer de una película llamada Parasite. Por la escena de la fumigación pensé "ah, ¿con que esto tendrá toques conspiranoicos, acaso?", y durante todo el trailer me quedé esperando una escena con un alien o qué se yo, pero nunca salió nada de eso. Sin embargo, algo rayaba mi curiosidad y podría tratarse de la singularidad del título o sus tintes de suspenso y a la vez de comedia que me forzaron a no dejar pasar más el tiempo y verla antes que acabara el año.

Cabe destacar que, al igual que como he hablado de libros y discos, mis opiniones alojadas aquí no son más que eso, opiniones de un espectador. No son críticas per se. Tampoco me animo a recomendar porque no me llevo bien con las recomendaciones, pero cualquiera que llegue a ver esto puede tomarse la consideración de verla si así lo desea tomando en cuenta que me dispuse a platicar sobre ella aquí.

Parasite es el retrato de dos clases sociales opuestas, donde la incredulidad y el deseo constante de subsistir chocan entre sí, desatando poco a poco cabos invisibles en la vida que les rodea. Habrá quien diga que tarda en enganchar al espectador, pero en cuanto a mí, ganchado quedé desde los primeros minutos por la curiosidad que genera el ser testigo del modus operandi de la familia. Poco a poco va escalando y, como es costumbre en tramas de este estilo, uno espera el momento en que la red de mentiras colapse. Y justo cuando sabes que eso está a punto de pasar, se le da un plot-twist a la trama que hace que todo gire distinto y te haga preguntar: ¿hasta qué punto se es capaz de sostener una mentira?

Lo más peculiar de todo es que, pese a ser testigo ocular de las penurias y pobrezas de los protagonistas, uno puede reírse de cómo poco a poco van moldeando una mentira colectiva que parece nunca acabar, para después quedarse en las nubes una vez que los créditos aparecen. ¿Lo habrá logrado? Hay dos cosas que quedaron conmigo una vez la película había llegado a su fin:
  • Uno de los puntos que más me llegó fue sobre el olor, donde se remarca en puntos álgidos de la trama la diferencia entre los parásitos y los huéspedes, así como la insignificancia de las apariencias y mentiras; al final, pareciera, no se puede ocultar el origen del ser de uno.
  • Los planes, y la visión que se tiene sobre ellos. El único plan que puede funcionar es no tener uno. Este es un distintivo opuesto entre el padre e hijo que prevalece hasta el final.
Algo que me fascina de estas películas, como Hereditary aunque no viene tanto al caso esta comparativa, es que te sumerge en terreno que, en épocas de super-héroes y remakes, parece que nadie se dispone a explorar o al menos no con esta crudeza. Lo mismo con Train to Busan, donde nadie se las da de héroe como cualquier película americana, ño. Así fuera una horda de zombies o una horda de mentiras, te ponen en medio de situaciones que pueden pasarte a ti. Es tan fácil empatizar; imaginar lo que harías en determinada situación. Son extremos que quizás no conocemos pero que nos pueden ocurrir y que cuando te planteas la gravedad del problema es porque reconoces que ya es algo tarde para volver atrás.


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